Cuando se decide llevar a cabo una ruta con el cliente, se supera el concepto clásico de asistencia técnica.

Esto significa, de hecho, dedicar todo el tiempo y el empeño posible al cliente para que él pueda ante todo cumplir y luego realizar las opciones más idóneas a sus exigencias aplicativas.

Esto nos permite nuestra estructura técnica organizativa: trabajar hombro con hombro con los clientes, interviniendo con competencia en los momentos más importantes para sus actividades mediante un asesoramiento específico y personalizado que se basa en prestar oídos y en el mutuo intercambio.